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Así sueñan las madres, esposas y hermanas a los tripulantes desaparecidos del ARA San Juan

Así sueñan las madres, esposas y hermanas a los tripulantes desaparecidos del ARA San Juan

Desde hace 365 días, los 44 aparecen en los sueños de sus familiares. Atracados en un muelle en medio de un temporal, en un galpón en Malvinas, desembarcando en un puerto desconocido o en la intimidad de sus casas. El dolor de cinco mujeres que mientras duermen vuelven a estar junto a sus seres amados

1 de agosto de 2017: la última imagen. Dos meses antes de partir a Ushuaia, toda la tripulación posó en el ARA San Juan. En ese momento, nadie podía imaginar la tragedia
1 de agosto de 2017: la última imagen. Dos meses antes de partir a Ushuaia, toda la tripulación posó en el ARA San Juan. En ese momento, nadie podía imaginar la tragedia

Si las ausencias pudieran medirse serían abismos. Con irrupciones fugaces, a veces nítidas, otras difusas, desde hace un año los tripulantes del ARA San Juan habitan los sueños de sus familiares. En esa ensoñación nocturna, los 44 submarinistas se apersonan para «decir cosas», «transmitir mensajes», «establecer contacto y «traer esperanza».

Así lo revelan a Infobae familiares de la tripulación del ARA San Juan reunidos en el Hotel Tierra del Fuego en Mar del Plata. Soñar con el ser ausente -dicen- deja un vacío inexplicable y una emoción aniquiladora cada vez.

Son sueños a viva voz, otros mudos y gestuales. A los largo de estos 365 días, los 44 aparecieron atracados a un muelle no identificado en medio de un temporal. Durmiendo en cuchetas en grandes galpones de Malvinas. Descendiendo por la planchada con su bolsito de desembarque. En la intimidad del dormitorio despertando a su esposa. Firmes frente a sus casas pero sin entrar. Vestidos con su mameluco azul diciendo que están perdidos. O simplemente, sonriendo.

Andrea Mereles, con la foto del suboficial segundo Gabriel Alfaro Rodríguez, revela que en sueños su marido regresa para decirle que están todos bien (Christian Heit)
Andrea Mereles, con la foto del suboficial segundo Gabriel Alfaro Rodríguez, revela que en sueños su marido regresa para decirle que están todos bien (Christian Heit)

Andrea Mereles es la esposa suboficial segundo del San Juan, Gabriel Alfaro Rodríguez. Andrea soñó que su marido se aparecía y le decía:

-Mi amor, ¿te llamaron del COFS? [Comando de Fuerza de Submarinos]
-Sí, hoy me llamaron -contestaba ella.
-Ah, bueno, ¿me quedo tranquilo entonces que ya te avisaron?
-Sí, ya me dijeron…
-Ah, pero no hagas caso mi amor a lo que te digan. ¡Yo estoy vivo!

Perturbada, Andrea se despertó inmediatamente. Luego soñó que su marido estaba en una escollera en el Sur del país formado junto a sus 43 camaradas. Y ella le preguntaba:

-Gabriel, ¿dónde estabas?
-Estábamos acá nomás…
-Pero si los buscaron…
-No, ¡no nos buscaron bien! Estábamos ahí. Pasaron por arriba nuestro y no nos vieron.
-Pero, ¿adónde Gaby?
-Ahí. ¡Nosotros los vimos pero ustedes no nos vieron!

«Los sueños son una expresión de deseo», explica Enrique Stein, psiquiatra del Comité de Salud Mental del Ministerio de Defensa. «Tienen su lógica en lo vivido. Representan relaciones vividas intensamente y manifiestan un deseo urgente de suplir una necesidad insatisfecha».

Natalia Leiva sueña que su hermano Luis, segundo cocinero del submarino, la visita pero no puede hablarle (Enrique Medina)
Natalia Leiva sueña que su hermano Luis, segundo cocinero del submarino, la visita pero no puede hablarle (Enrique Medina)

Cuando se discutía si el submarino había merodeado Malvinas, a Natalia Leiva se le apareció su hermano Luis, segundo cocinero del San Juan. En el sueño Luis no podía hablar.

-Hermano, por favor, decime, dónde estás -imploraba.
-Shhh -se escuchaba. Y Luis acercaba su dedo índice a su boca sellada, igual que en la iconografía de las enfermeras para llamar al silencio.

Como si la repetición allanara una respuesta, en otro sueño, Natalia volvía insistentemente a preguntarle.

-¿Dónde estás, hermano? -Luis se encogía de hombros. Con cara de desconcierto y en silencio llevaba su mano al cuello y sacudiéndola a la altura del mentón, señalaba:
-¡No sé, no sé dónde estoy!

Como si se tratara de un sueño mancomunado, del inconsciente colectivo, varios familiares soñaron a los 44 retenidos en Malvinas, durmiendo en cuchetas en grandes galpones militares como si fueran prisioneros.

Luisa, madre de Gabriel Alfaro Rodríguez, sueña que su hijo se le aparece por las noches para pedirle que no esté triste (AFP)
Luisa, madre de Gabriel Alfaro Rodríguez, sueña que su hijo se le aparece por las noches para pedirle que no esté triste (AFP)

Antes de contar el suyo, Luisa Rodríguez aclara que en su provincia, San Juan, utilizan mucho la palabra huevón o huevona.

Su hijo, Gabriel Alfaro Rodríguez, se le aparece en las noches y la arenga risueñamente para que ella se sienta bien.

-No estés mal, no te pongas mal. ¿No viste que estoy acá, huevona? ¿No estés mal, no ves que ya voy a volver? ¡huevona!

Stein afirma que existen los sueños premonitorios: «Ciertas personas poseen algún tipo de percepción superior. Pero la mayoría de las veces, esos sueños están conectados con algo real de lo vivido o escuchado. O con una situación que se desea».

Margarita Polo, mamá de Daniel, cabo primero en la nave, sueña que corre a abrazarlo y que él le dice que se tiene que ir (Christian Heit)
Margarita Polo, mamá de Daniel, cabo primero en la nave, sueña que corre a abrazarlo y que él le dice que se tiene que ir (Christian Heit)

Margarita, mamá de Daniel Polo, cabo primero del San Juan, sueña que su hijo llega a su casa vestido con el mameluco de submarinista azul y ella corre a abrazarlo y le pregunta:

-Hijo, ¿qué te pasó? -le dice mientras le extiende sus manos. Pero él, le ataja los brazos en el aire.
-Tranquila mamá, estoy bien, solo que ahora tengo un hambre que me muero.

Daniel agarra una manzana y la muerde. Ella entonces subrepticiamente por detrás le besa la cabeza y le dice:

-Voy a llamar para que vengan a verte tu mujer y la bebé.
-No, no llames. ¡Ma, yo no puedo quedarme, me tengo que ir!

Margarita en el mismo sueño estalla en llanto. Amaga a abrazar a su hijo pero se despierta.

La psiquiatra especialista en trauma, Raquel Solvey, dice que las circunstancias trágicas de la desaparición del submarino hacen que los deudos no puedan elaborar la muerte. «La falta de rituales de entierro favorece la incredulidad sobre el destino de esos seres queridos».

Los familiares piden verdad y justicia (Christian Martinez)
Los familiares piden verdad y justicia (Christian Martinez)

En otro sueño reciente, Margarita vio que su hijo Daniel llegaba a una escollera. Descendía junto a sus compañeros, todos alegres y gozosos, por la planchada con sus bolsitos de desembarque, señal de que la misión ha finalizado y permanecerán en tierra. Los 44 reían y esa felicidad lograba contagiarla.

-Hijo, ¡volviste! –le gritaba Margarita a lo lejos. Daniel al verla corría a saludarla. Pero nunca llegaba a sus brazos, porque allí mismo ella se despertaba.

Frente a Infobae, revive ahora aquella escena con desasosiego. Cuenta que al despertar, buscó su celular, segura de que encontraría allí un mensaje. No había nada. Conteniendo el llanto, encendió el televisor. Buscaba alguna noticia del San Juan y sin quererlo despertó a su esposo. Juntos
cambiaban los canales para ver si aquel sueño perturbador anticipaba el hallazgo del submarino. Pero las noticias en esa madrugada se ocupaban de otros temas.

«Hay personas que hasta que no logren elaborar que se enfrentan a lo irreversible, no van a poder resolver su duelo. Estos sueños indican que la situación traumática está activa, a pesar de que algunos de esos sueños puedan ser más llevaderos», sostiene Solvey.

Franco Javier Espinoza en el submarino. Su esposa Andrea sueña que él regresa y la llama
Franco Javier Espinoza en el submarino. Su esposa Andrea sueña que él regresa y la llama

Andrea vivía con su marido, Franco Espinoza, y su hija Bianca, de 10 años, en una casa que con esfuerzo estaban terminando de construir en las afueras de Chapadmalal. Él se levantaba puntualmente a las 5.15 para llegar en horario a la Base Naval Mar del Plata. Los fines de semana madrugaba a la misma hora para trabajar en la casa. Franco -describe ella- tenía una fuerte disciplina. Quería progresar en la vida y era muy protector con sus afectos.

«Y…sí, soñaba que él volvía. Pero eso sucedió durante el primer mes», cuenta Andrea. «La escena era casi siempre la misma: yo dormía y él volvía a casa, me tocaba la espalda para despertarme y me decía:

-Hola, ¡volví!
-Pero, ¿cómo volviste? ¿No les pasó nada?
-No, estamos re bien.
-¿En qué vinieron? ¿No quedó ninguno adentro?
-No, pudimos salir todos.
-Ay, qué bueno que estés acá… ¡Te extrañé!
-Si, sí, pero yo ya me tengo que ir.
-¡No te vayas! Por favor, no te vayas.

Andrea despertaba de aquellos sueños empapada en lágrimas. Otra noche, después de que le comunicaran sobre la anomalía hidroacústica, entre sueños escuchó la voz de su marido llamándola como usualmente hacía al despertaba.

-¡Andrea!

«Me desperté asustada, miré el reloj y eran las 5. 15 de la mañana. Había sentido clarísimo la entonación de su voz: ‘Andrea'».

«Me senté muy angustiada en la cama. La familia de mi marido dormía en el living. Había un profundo silencio. Sin embargo, aún en la vigilia, volvía a sentir que era él, era su voz».

Después del mes, soñó que Franco la dejaba. Él quería separarse y ella no entendía la razón.

-¿Y ahora qué vas a hacer? -le preguntaba Franco mientras empacaba.
-¿Por qué me dejás? -lo cuestionaba ella.
-Es la vida, ahora te tengo que dejar…
-Pero, ¿vas a volver?
-No. Cuidala a Bianca, pensá en vos y rehacé tu vida.

«En el momento en que una persona acepta la irreversibilidad de la pérdida del ser que ama, deja de soñar con el ser que perdió. Luego, podrá soñarlo eventualmente», interpreta Solvey.

Hace poco, en su último sueño, Franco aparecía sonriendo. La miraba, le sonreía pero no le decía nada. Permanecía en esa situación hasta que de pronto su estampa se desvanecía.

«Aquella vez – dice Andrea- sentí que él ya estaba en paz».

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