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Los imperdibles de la nueva colección permanente del Moderno

Los imperdibles de la nueva colección permanente del Moderno

El MAMBA habilitó tres nuevas salas para presentar su acervo, con 300 obras de más de 120 artistas. Un recorrido por las piezas más significativas

El MAMBA inaugura todo un piso para su colección permanente
El MAMBA inaugura todo un piso para su colección permanente

Pier Paolo Pasolini, el gran poeta, novelista y director de cine –y, si fuese posible, sobre todas las cosas polemista– tenía una máxima de vida que cumplía al pie de la letra: «Hay que ser más moderno que todos los modernos». Aplicada al campo de los museos, la frase es pertinente cuando luego de meses de obras de refacción, se habilitó un piso entero para exponer las obras que componen la colección del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) que, en un recorrido por sus salas, no sólo deslumbra, sino que apabulla y también provoca preguntas acerca el carácter de «lo contemporáneo».

«Estas salas van a estar siempre, o al menos mientras yo sea directora del museo, a la colección permanente y en constante cambio –dice Victoria Noorthorn a Infobae Cultura–. Este es el nuevo edificio, siempre hubo en el Mamba una sala dedicada a la colección permanente que estaba en diálogo con las exposiciones contemporáneas. Este diálogo se va a mantener mediante estos 1200 metros cuadrados dedicados a la colección permanente y que consideramos ‘orgánica’, ya que podés venir en tres meses, seis meses o un año y encontrar cambios, obras alteradas por la investigación de los curadores. Así como hay un gabinete de fotografía hoy, también se podrá usar para video o dibujo».

“Los vencedores”, Jorge de la Vega, 1961
“Los vencedores”, Jorge de la Vega, 1961

En esta nueva puesta de la colección con curaduría del equipo curatorial del Moderno, se exhibirán unas 300 obras de más de 120 artistas.

¿Hace cuánto tiempo que no se exponía la colección permanente de esta manera?

–Nunca –responde Noorthorn–. El museo duplicó su superficie. La muestra llega hasta el presente y desde los inicios del Moderno, cuando funcionaba en el teatro San Martín.

Creado en 1956 a iniciativa del crítico de arte Rafael Squirru –cuya colección privada es parte de la del Mamba–, a lo largo de seis décadas el bagaje con el que cuenta distribuido a lo largo y ancho de un piso y en orden temporal puede ser deslumbrante. ¿O qué provoca una llamarada, sino deslumbramiento? La muestra permanente, orgánica –viva– se llama Una llamarada pertinaz.

“Mi florero”, Emilio Petorutti, 1944
“Mi florero”, Emilio Petorutti, 1944

Se puede observar un florero de Petorutti, ese pintor que atravesó a las vanguardias, que fue futurista en Italia cuando los futuristas eran toda contemporaneidad, que luego fue cubista y así se nota en ese florero donde las formas geométricas dan sentido a la tela.

“En el andén”, Grete Stern, 1949
“En el andén”, Grete Stern, 1949

O unas fotos de Grete Stern, que no sólo compondría fotos con un sello propio sino que al publicarlas en revistas para la mujer moderna hacían llegar el arte más novedoso a los públicos que eran insospechados de vanguardistas en aquellas épocas. O los trabajos del grupo Espartaco y esos brazos formidables de obreros y esas formas y líneas duras que daban vida a la fábrica y un proyecto político que unía arte y vida, revolución y plástica.

“La violeta”, Viviana Gil
“La violeta”, Viviana Gil

Sin embargo, lo moderno: ¿no es una categoría del «hoy» a toda costa? El arte moderno de las vanguardias de los años veinte del siglo veinte, ¿sigue siendo moderno? En muchos aspectos sí, en otros el mercado incorporó su gesto y, entonces, se banalizó su estética.

Alberto Goldstein
Alberto Goldstein

Una exposición permanente de lo contemporáneo a todo tiempo brinda como fruto una muestra de las tendencias revulsivas de cada época. Algunas quedan, entonces, antiguas: ¿se pueden observar los brazos corpulentos de los obreros de Carpani con la misma mirada con que se los apreciaba a fines de los años sesenta, cuando revestían las paredes de los sindicatos combativos? Quizás no. Pero también en eso reside la pertinencia de la palabra «pertinaz»: terco, que vuelve, que se prolonga en el tiempo. Así, al recorrer el piso de la muestra de la colección permanente del Mamba la energía contemporánea de cada época dice presente, aquí estoy, y sigo estando.

“GMT”, Carlos Silva, 1968
“GMT”, Carlos Silva, 1968

Se puede observar un Silva, un Carlos Silva y la perfección de su arte abstracto geométrico o ese Biocosmos de Emilio Renart en el que la escultura sale de la tela o, al revés, la tela da nacimiento al cuerpo de su violencia informalista; o se puede adentrarse en la soledad de esa figura humana en la tela gigante de un Guillermo Kuitca en los ochenta o un Alfredo Prior en dos telas oscuras y espejales. Se puede llegar al hoy, lo contemporáneo de estos días en una muestra que abre y que no cierra, que se inaugura pero no avizora un final, porque si hasta Fukuyama se desdijo, ¿quién podría decir que se acabó el tiempo y la historia para lo moderno?

*Una llamarada pertinaz. La intrépida marcha de la colección del Moderno
Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Avenida San Juan 350, CABA

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