En un emotivo relato de esperanza y superación, Máximo Benjamín Ferreyra Zárate, un niño de seis años originario de Gualeguay, Entre Ríos, ha recibido un trasplante de corazón exitoso en el Hospital Garrahan de Buenos Aires. Tras casi un año de incertidumbre y angustia, Máximo fue sometido a la intervención quirúrgica que le salvó la vida el pasado 27 de agosto.
La historia de Máximo comenzó hace aproximadamente un año cuando se le diagnosticó una miocardiopatía restrictiva, una afección cardíaca que requería un trasplante de corazón para su supervivencia. Sus padres, Sebastián Ferreyra y Danna Zárate, vivieron con temor y ansiedad durante siete meses mientras su hijo estaba en la lista de emergencia del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Finalmente, el anhelado trasplante se hizo realidad gracias a la generosidad de un donante.
«El proceso de recuperación ha sido espectacular, porque fue todo encaminado para que esté perfecto. Eso es lo bueno de todo», expresó emocionado Sebastián Ferreyra, el padre de Máximo. Tras una intervención que duró casi ocho horas, los médicos confirmaron que la cirugía fue un éxito y que el joven paciente aceptó bien su nuevo corazón.
El próximo paso en el camino de Máximo hacia la recuperación será su traslado desde la unidad de cuidados intensivos a una sala de terapia intermedia, programado para el día de hoy. Sin embargo, aún deberá seguir un estricto régimen de medicación durante seis meses para prevenir el rechazo del corazón trasplantado, dado que su sistema inmunológico aún no está completamente desarrollado.
El caso de Máximo y su emocionante historia de lucha y esperanza también ha servido como un llamado a la conciencia sobre la donación de órganos pediátricos en Argentina. Sus padres, Danna y Sebastián, han estado trabajando activamente en la sensibilización y la difusión de la importancia de la donación de órganos, especialmente en el caso de niños y jóvenes.
Este conmovedor relato demuestra que la donación de órganos puede salvar vidas y que, a través de la concienciación, más personas pueden tomar decisiones que marquen la diferencia en la vida de quienes necesitan un trasplante. La familia de Máximo espera que su historia inspire a otros a donar órganos y a realizar controles médicos regulares en busca de diagnósticos tempranos que puedan salvar vidas.
